Hábitos para un Liderazgo Efectivo
I-Iniciativa
Iniciativa todos hemos escuchado, o leído numerosas
historias de personas que pasaron una infancia difícil; que iniciaron su
vida profesional ganando un salario de miseria y sin embargo con el paso de los
años lograron un éxito tan grande que llegaron a fundar grandes empresas
prácticamente de la nada, o que incluso llegaron a ser presidentes de una
nación; ¿Qué características desarrollaron estas personas para alcanzar los
logros que tuvieron?
La
mayoría de nosotros tenemos los mismos sueños que ellos tenían, los mismos
deseos de superación, ¿qué los hace diferentes a nosotros?; son muchas las
características que presentan cada uno de ellos, pero un rasgo común es que
eran personas proactivas, tenían una gran iniciativa.
Cuando vemos que suceden cosas buenas en
las vidas de otras personas, nos preguntamos ¿Cómo lo han hecho?, quisiéramos
saber su técnica, nos sentimos admirados de las familias y las empresas basadas
en principios sólidos, de su fuerza y madurez, de la unidad entre sus equipos
de trabajo, o de su cultura organizacional que se adapta tan bien al cambio, y
que siempre logran resultados por encima de lo esperado.
Ante
una situación difícil la mayoría nos quejamos y después nos resignamos y
buscamos la forma de adaptarnos a la nueva situación, pero ellos no, siempre deciden hacer algo, no aceptan las
situaciones negativas que se presentan en su vida, trabajan para crear las
situaciones que desean. Si quieren una vida saludable, hacen ejercicio y se
alimentan adecuadamente, si desean progresar en su trabajo, se preparan
desarrollando las habilidades que les permitirán ser más productivos y
eficientes; si desean ser buenos líderes, trabajan
en fortalecer su carácter; en general nunca están quietos, siempre están
buscando la forma de lograr lo que desean.
El
mundo actual es mucho más complejo que en el siglo anterior, hace apenas poco
más de una década estábamos ante el surgimiento de las empresas punto com. La
tecnología y la comunicación hacen el mundo más estresante y exigente; vivimos
en la época de la globalización, la información y el conocimiento y casi todo
lo que hacemos, ya sea bueno o malo, queda registrado en algún lugar, no hay
forma de esconderse en un mundo tan interactivo y tan interconectado.
En
nuestra vida personal y profesional, enfrentamos problemas y retos
distintos a los que estábamos acostumbrados. En una sociedad donde todo mundo
quiere ser líder y alcanzar el éxito, ¿Cómo hacemos para sobresalir, para ser
mejores líderes, para conseguir lo que nos proponemos, para tener un mejor
futuro para nosotros, para nuestra familia, y para las personas con quiénes
convivimos?
Actualmente se considera al éxito y al
liderazgo más como una característica de la personalidad y de la imagen
pública, y esto influye en que se trabaje casi exclusivamente en dos campos; en
el desarrollo de habilidades y técnicas de relaciones públicas que hacen
funcionar los procesos de la interacción humana y en la actitud mental
positiva expresada en una gran cantidad de frases motivadoras. Pero el
concentrarnos en esto tiene un problema, pues podemos encontrar una gran
cantidad de personas que alcanzan una posición de liderazgo y tienen gran éxito
pero no encuentran la felicidad; y la razón es que hemos dejado a un lado el
desarrollo de las características que nos garantizan un liderazgo continuo y
nos permitan alcanzar el verdadero éxito y la felicidad.
La idea actual de éxito y liderazgo
consiste en conseguir beneficios en la vida de una forma rápida y sencilla,
“Hágase millonario sin preocupaciones”, y de esta forma, sin esforzarnos, sin
inversión de ninguna clase, sin modificar nuestra conducta, queremos obtener
todo lo que deseamos sin pasar antes por un proceso de trabajo y desarrollo de
las habilidades necesarias; este esquema de “Conviértase en líder en una semana”,
promete beneficios sin demasiado esfuerzo; y por lo general, este tipo de
procesos no logran la verdadera felicidad ni los resultados esperados.
En las empresas con frecuencia sucede lo
mismo, las áreas responsables del Recurso Humano se enfocan en desarrollar solo
las habilidades que puedan ser de beneficio para la empresa, sin preocuparse
por el aspecto interior de las personas, sin fortalecer el carácter de las
mismas, y cuando los resultados son ausentismo, alta rotación, falta de
lealtad, falta de compromiso y mal clima laboral, vuelven a buscar otros
métodos que solucionen los problemas, pero ignorando los principios naturales
en los que se basa una cultura de confianza.
Hace tiempo acostumbraba comer en un
restaurante que normalmente estaba lleno de clientes, después lo vendieron, y
al nuevo propietario le interesaron más las utilidades así que decidió servir
porciones más pequeñas. Durante poco tiempo, con costos más bajos, las
ganancias crecieron; pero los clientes empezaron a desaparecer; y el negocio
comenzó a tener problemas, el propietario trató de revertir la situación, pero
fue demasiado tarde, desapareció la confianza y los clientes no regresaron,
hasta que finalmente cerró. El dueño se enfocó solo en los beneficios y se
olvidó de conservar la fuente de tales beneficios, los clientes.
En nuestra vida podemos encontrarnos en
la misma situación, podemos estar enfocando nuestros esfuerzos solamente en los
beneficios y descuidar la fuente de los mismos, nuestra propia persona; podemos
estar olvidando fortalecer aquello que nos da la capacidad para producir tales
beneficios de manera permanente, hablamos de nuestro carácter y nuestra
personalidad.
El proceso para lograr el liderazgo y la
efectividad personal debe centrarse en fortalecer el carácter de la persona;
ese es el enfoque que debemos aplicar si queremos desarrollar las habilidades
para lograr un liderazgo efectivo y continuo, trabajar primero nuestros
aspectos internos para estar en condiciones de modificar las situaciones
externas. Esto es algo que
no cambia con los avances tecnológicos y que seguirá vigente no importa la
época, es lo que distingue a las personas que logran sus propósitos de aquellos
que solo la van pasando.
Uno de los aspectos fundamentales a
fortalecer cuando hablamos del carácter es el hábito de la iniciativa. A la iniciativa
se le conoce también como drive, empuje, o proactividad, y significa no aceptar
las cosas como vienen, es actuar para que suceda lo que deseamos que suceda en cualquier
situación de nuestra vida, es aceptar que nosotros somos los responsables
directos de la situación actual en que nos encontramos y empujar a que las
cosas se realicen lo más cercano a lo que deseamos utilizando al 100% nuestras
habilidades, o desarrollando las que necesitamos; es no dejarle a otros las
decisiones sobre nuestra vida, y que lo que somos sea el resultado de cada una
de nuestras decisiones y no las de ellos.
¿Cómo se llega a
desarrollar el hábito de la iniciativa?, muchas veces se debe a la necesidad;
cuando tienes hambre, no te queda más remedio que hacer algo para ganarte la
vida, otras veces se produce un cambio de pensamiento cuando una enfermedad o
accidente amenazan tu vida, o cuando te conviertes en esposo o esposa, en padre
o abuelo; estas son situaciones que te cambian completamente el enfoque con el
que ves las cosas y que te motivan a iniciar un cambio interno; otras veces
simplemente porque deseamos ser mejores personas.
¿Somos
personas con iniciativa, estamos constantemente buscando oportunidades, o
esperamos a que lleguen a nosotros?, ¿iniciamos algo de inmediato, o nos
intimida abandonar nuestra zona de confort y lo analizamos durante meses y
meses?; recordemos que incluso una decisión correcta no tiene ningún beneficio
si se toma demasiado tarde, “sabía que era la decisión correcta, pero no la
tomé a tiempo”
¿Qué cualidades tiene
un líder con iniciativa?
Tienen objetivos, saben lo que
quieren y una vez que se deciden no se detienen hasta lograr lo que desean.
Actúan, se esfuerzan en lograr sus
objetivos, no esperan a que alguien los motive, saben que es su responsabilidad
salir de su zona de confort y hacen las cosas que tienen que hacer cuando deben
hacerse, no esperan a que se presente la oportunidad, ellos la crean.
Se arriesgan, están siempre dispuestos a correr
riesgos porque saben que no hacer nada implica un costo mayor. Además, si no toman el balón, no pueden
dirigir al equipo.
Aceptan equivocarse, cuando las cosas no salen como
esperaban no se detienen a lamentarse, aprovechan el aprendizaje obtenido y
vuelven a intentarlo hasta que lo consiguen.
Terminan lo que inician, esta es una de las cualidades
fundamentales de una persona responsable, es muy valioso contar con personas
que tomen su responsabilidad y terminen hasta el último detalle lo que han
iniciado.
Siempre están
aprendiendo, trabajan
constantemente en el desarrollo de sus habilidades a través del aprendizaje
formal, de la lectura o mediante algún asesor/coach.
No se conforman, cuando logran sus metas, se ponen
nuevos retos; algunos líderes, al alcanzar una meta como titularse, lograr el
puesto deseado, recibir un reconocimiento o alcanzar la independencia financiera,
piensan que ya es suficiente y no se esfuerzan más, cuando sucede esto, dejan
de crecer.
Tanto en
el ámbito personal, como en el profesional, si queremos desarrollarnos y ser
mejores líderes debemos trabajar en fortalecer nuestro carácter, nuestra parte
interna, ir construyendo los hábitos necesarios para convertirnos en las
personas que debemos ser; la iniciativa es uno de ellos.
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